A veces, hablando de cosas de música, he escrito que la ópera es la banda sonora de mi vida, y no es cierto.
En muchas ocasiones prefiero una buena sinfonía nunca rechazaré un Purcell, o un Monteverdi. Me gustan Wagner y Debussy. No le hago ascos a Chopin ni a Marais. Todo esto no excluye que me guste dejarme arrastrar por Chet Baker o Nina Simone. Me gustan los beatles y tambien los Rolling. Es fàcil pillarme cocinando con aires de Freddy Mercury, y creo firmemente que pocas cosas reflejan tan bien los sentimientos, propios o ajenos, como un tango o aún un más un bolero. Y en el coche canto igual con una copla como con Peret.
Hay muchas músicas en mis músicas pero realmente la banda sonora de mi vida tiene nombre y apellidos. Joan Manuel Serrat.
Será porque crecí en el Poble Sec y «el seu carrer» era el meu.
Será porque yo también pisaba un palmo de tierra cada 23 de junio, será porque a mí también los años me alejaron de aquellas calles y aquellos recuerdos. Recuerdos vividos o soñados de en un futuro que estaba aun por despertar, y que acabaría encontrándome en el camino.
Serà porque de su mano empecé a intuir lo que era el amor, el deseo, la ternura, la soledad, el olvido, el amor sin tregua, el cariño infinito.
Será porque él ha sido, es y será por siempre mi primer poeta, Joan Manuel Serrat.