Este año me he propuesto conocer los cuatro colores del delta. Y como suele suceder cuando se hacen propositos, la primera en la frente, porque yo, que me las daba de «entendida» (es un decir) con lo de los cuatro colores; pues nada que después de hablar con un experto que él sí lo es, ahora resulta que los cuatro colores no son cuatro que son seis. Y en estas fechas toca el Ebro marron, de tierra seca.
Resulta extraño, también para los que allí viven, es imposible que no sea así. No me voy a meter en teorias paranormales ni extrañas fuerzas de esas que te suben por la pierna, te pones mala malísima y al final acabas pidiendo la baja, siempre que no seas autónomo.
Pero forzosamente ha de notarse el cambio.
Es el mismo lugar a principios de año y la semana pasada. El ebro plata y el ebro tierra.