Una Boheme para olvidar

Hoy era el día de Boheme, en realidad era el segundo día porque el sabado fui al ensayo exclusivo para amics del liceu. Lamentablemente ese día no pude ver la ópera completa, pero hoy si.

Hoy estaba sentada en platea lateral, mientras que el sábado mi localidad estaba situada en la segunda fila del tercer piso, bastante centrada, en teoría una buena localidad.

En teoría, porque después viene la práctica y entonces la cosa puede cambiar y mucho.

En esta ocasión «la práctica», la puesta en escena, la firma Alex Ollé, un nombre directamente vinculado a la Fura dels Baus, algo que se nota nada más subir el telón por la profusión de hierro. En este caso andamios, muchos andamios que con un juego de luces bastante acertado consigue el objetivo de trasladar la escena del paris de la bohemia a un barrio pobre en el extrarradio de cualquier ciudad.

Hasta aquí nada que decir, porque será que no llevo ya vistas operas «descolocadas» fuera de su contexto original, algo que no tiene porque ser necesariamente bueno, pero tampoco malo.

No seré yo quien me queje, en realidad a una puesta en escena, sea más o menos rompedora, lo único que le pido, a nivel personal, es:

a) respeto por la obra del compositor, lo que incluye el pequeño detalle de que se pueda escuchar, algo que a veces entra en contradicción con el contorsionismo y piruetas a las que a veces los cantantes se ven sometidos. Y, no menos importante

b) respeto al público.

En qué se concreta ese respeto, pues en algo tan simple como que antes empezar el proceso creativo, estaria bien que el director de escena se tomase la molestia de darse una vuelta por la sala del teatro; por la platea, por el primer piso, el segundo, pero también por el tercero, cuarto y quinto que el Liceu tiene cinco pisos.

No es la primera vez que me quejo de esto y me temo que no será la última.

Durante el ensayo, les recuerdo que tenia una buena localidad de tercer piso, bueno pues durante todo el primer acto los cantantes, para mí, no tenían cabeza, solo cuando se sentaban les veia la cara. Y eso tiene consecuencias no solo estéticas.

De qué puñetas sirve tener una acústica cojonuda si después vas a meter a los cantantes en un cajón, literal.

Esta vez ha sido unos «cajones» otras han sido luces, potentes focos deslumbrando sin ningun reparo al publico . La ultima turandot llevaban una especie de cascos con luces que desde la platea quedaban bien pero en el segundo piso te quedabas ciego.

Esas cositas, son para mi una falta de respeto para con el público que recordemos, es el que ademas de pagar, mantiene viva la ópera con su entusiasmo.

Pero lo que más me cabrea es que, visto lo visto, nadie del entorno del creador/dores sea capaz de hacerles ver este pequeño detalle.

Si a eso unes una orquesta desangelada que a veces parecía confundir la gimnasia y la magnesia o lo que es lo mismo el «dale fuerte Manolo que así no se nota» ; y unos cantantes francamente mejorables.

Pues eso, que al salir, mi amiga Cristina y yo hemos amenizado el trayecto hasta el parking recordando grandes puestas en escena, que las hemos tenido, y nos hemos alegrado al ver la taperia Irati está abierta de nuevo. Así que nos hemos prometido que para cuando Luccia del mes de julio, nos daremos un homenaje mutuo, de cierre de temporada. Y así como quien no quiere la cosa, al llegar al coche ya habíamos pasado página de esta Boheme francamente olvidable, no como esta.

Para crónica seria y docta sigan la flecha hasta In fernem land

Mi primera Boheme fue una como esa del video, con Pavarotti i Caballe, entonces yo era una cria y no era consciente de la grandeza de aquellas voces ,pero su efecto perdura.

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