Bueno, a ver cómo lo explico yo esto ahora sin:

a) caer en el tópico

b) sin querer aparentar que soy  crítico musical,  pero sobretodo

b) intentando no caer en la lagrimita fácil siendo a la vez sincera conmigo misma.

Hoy era el día que el Liceu se llenaba hasta la bandera y más allá,  con el único objetivo de generar una catarsis colectiva, eso es exactamente lo que hoy ha ocurrido.

No descubro nada si digo que la ópera ha sido una víctima más de, entre otras cosas,  de los recortes presupuestarios. No entraré a señalar culpables porque  no es el momento y porque mucho me temo que me faltarían dedos, incluido  uno para señalarme a mi. Porque yo también he recortado los presupuestos del Liceu a pequeña escala pero lo he hecho.

Este año ,  entre recorte presupuestario y retiro forzoso mi temporada hasta la fecha se reduce a: 2 vivistas el mes de octubre, dos óperas (Linda de Chamounix y Boheme)  y un ensayo Le Grand macabre. Resumiendo un desastre. Supongo que como autodefensa ante tal situación,  mi cerebro ha ido generando una especie de coraza que con sutileza o no, me decía.

Mujer pero si puesdes vivir perfectamente sin Juan Diego Florez.. Cierto.

La Boheme?, pero cuantas veces la has visto ya. Si, unas cuantas.

La Flauta mágica pero si es la misma de hace unos años, Si. si pero Basta!

Basta!. Porque desde ayer tengo una entrada para Adriana lecouvrer y si después me persiguen los del Banco con el hacha, perdón con la VISA en la mano,  pues mira que les den que ya estoy hasta las pelotas (que sigo sin tener) de ellos y de otras muchas cosas.

Que sí querido cerebro, fuente de mi sentido común y recto raciocinio  si es que lo tengo,

Es verdad que puedo vivir sin todas esas cosas, Cierto

Como también es cierto que no vivo igual

Tienes razón cuando me  recuerdas que en mi vida hay más cosas y mucho más importantes que la música.

Que son muchos los que se privan no de una ópera sino de un plato de lentejas.

Que sí que todo eso ya me lo sé.

Pero mira cerebro pensante, nos conocemos desde hace muchos años y tu y yo sabemos lo bien que te sientan  esos momentos mágicos cuando el maestro levanta la batuta y se pone en marcha toda esa maquinaria técnica y humana esa que tantas veces has explicado con mayor o menor acierto a las personas que han querido escucharte.

Que yo lo sé pero tu también sabes que cuando hoy Sebastian Weigle ha subido a la tarima y ha levantado la batuta y  la orquesta se ha hecho un todo y las notas del  preludio de Meistersinger han empezado a trepar por las paredes del teatro, entonces tu sabes que yo sé,  que un sutil o no tan sutil escalofrio de placer ha recorrido todas tus pliegues y que tus millones de conexiones neuronales se han estremecido  coo solo saben estremecerse ante el arte y el buen hacer. Y en ese momento en que el teatro puesto en pie aplaudía un poco a sí mismo tú has dado orden a mis manos para que revolvieran en el bolso,  abriendose camino entre el Iphone, unas aspirinas, un paquete kleenex, el monedero y ese recibo de la luz qu e un día tendrías que ir a aclarar con la Caixa, allí en medio de todo estaba esto.

 

Porque hoy, me he sentido muy orgullosa de formar parte de esta casa, aunque solo sea un poquito.

Porque yo también soy parte del alma del Liceu.