El currículo
Cuando uno va a un concesionario de coches con la intención de adquirir un vehículo, consciente o inconscientemente en la cabeza lleva el anuncio de la tele donde con gran tipografía se resalta una cifra que puede ser igual 9.000 o 48.000 euros, lo que ya no llevamos, o no queremos llevar tan presente es el prefijo que antecede a esa cifra “desde”.
De fábrica los automóviles salen con eso que se conoce como “equipamiento de serie” que nunca coincide con el que nosotros deseábamos.
Pues con los políticos pasa lo mismo, a la materia prima hay que añadir los complementos o conjunto de cualidades que conforman la figura del líder y que tienen como principal objetivo disimular sus carencias.
Uno de los más útiles en este sentido es el currículo
Es probable que a lo largo de su vida, alguien haya tenido la original ocurrencia de plantearle aquel famoso acertijo
“Juanito, a ver si sabes decirme ¿qué pesa más un quilo de plomo o un kilo de paja?”
Y usted que era un niño muy espabilado seguro que respondió “lo mismo”.
Pues ya puede ir abandonando viejas teorías porque en política todo es relativo y la paja también.[amazon_link asins=’1499101422′ template=’ProductAd’ store=’estrella0e-21′ marketplace=’ES’ link_id=’719de2ac-05d7-11e8-808c-af9dd961e533′]
Imagínese que un gracioso le tira encima del pie un kilo de paja. Si estaba sin atar seguramente ni si entere, y aunque lo hubiera estado el mal sería leve porque la paja abulta mucho.
Ahora supongamos que el gracioso es muy gracioso y en vez de tirarle un kilo de paja le tira un kilo de plomo.
En ese caso lo más probable es que acabe con el pie vendado. Es decir que a pesar de las múltiples evidencias que parecen indicar lo contrario el plomo siempre pesa más.
Ahora imagínese que en medio de la paja se escondía una pequeña aguja y que una mano tan hábil como malsana, se entretiene a buscarla y no contento con eso el gracioso que además de gracioso tiene mala leche, va y la engancha a un kilo de plomo al que previamente ha dado forma de proyectil.
En este caso los resultados serán tan nefastos como dolorosos. Pues sepa que el mundo de la política está lleno de mentes malsanas dispuestas a buscar las agujas de su pasado con el único fin de proyectarlas contra usted.
Eso lo saben muy bien quienes gozan de los más altos reconocimientos ocupando cargos que parecen no precisar de otra justificación más que su propio prestigio.
Ellos son, precisamente, los que más se obstinan en seguir llenando sus currículos con cantidades ingentes de contenido cómo presidencias honoríficas, doctorados honoris causa, premios nobel o planes de paz.
Todo con un único objetivo, obtener mayor nivel de cobertura en caso de impacto, porque cuanto más arriba estás más agujas hay en tu pajar.
De lo que se trata pues es de evitar que el personal sea capaz de encontrar la aguja de su pajar. Personal que puede ser por un igual, miembros de la oposición, comisiones de investigación, periodistas avispados, jueces de instrucción o más fácilmente compañeros de partido. Porque no hay que olvidar que para poder clavar un puñal por la espalda hay que estar cerca, muy cerca.[amazon_link asins=’1499651007′ template=’ProductAd’ store=’estrella0e-21′ marketplace=’ES’ link_id=’7bbc5e05-05d7-11e8-8626-bddb29f88391′]
La mejor forma de encarar un currículo es con previsión. Por eso nada mejor que llevar, desde la más tierna infancia un registro exhaustivo de todos sus compañeros de clase, facultad, de todas las novias, primas, amigas o amantes. Así como una relación detallada de sus actividades extraescolares ya sean visitas culturales, guateques, manifestaciones, actos solidarios, huelgas de hambre, ocupaciones, bodas, bautizos y cenas a las que haya asistido. Desgraciadamente esta posibilidad queda limitada a un número muy reducido de personas que ya nacen sabiendo perfectamente cuál será su futuro, como los ingenieros de caminos, solo por citar un ejemplo.
Probablemente este no sea su caso, así que no queda más remedio que poner en marcha la maniobra de autoprotección dedicando todos sus esfuerzos a envolver su trayectoria personal y profesional con un currículo a prueba de bomba.
Lo primero que ha de saber es que un currículo es mucho más que una somera y fría relación de fechas y circunstancias. Si piensa que el presente de hoy es el pasado de mañana le será más fácil entender el currículo no tanto como el resumen de una vida sino como la vida misma y aquí es donde está la gracia del asunto que consiste no tanto en explicar el pasado como en prever el futuro. Según esta teoría los currículos se pueden dividir en
lo que aún se puede arreglar y b) lo que ya no tiene remedio.
El primero hace referencia al conjunto de actividades que el sujeto ha de llevar a cabo en el presente con la mirada puesta en su brillante y prometedor futuro. Asegurándose de paso que llegada la hora de su muerte, sus herederos y la sociedad en general lloren y con razón tan sensible pérdida.
Desde este punto de vista venir de la administración es una ventaja, porque allí la expresión “hacer currículo” sintetiza en ella misma toda una filosofía de vida. En la administración se puede participar en todo tipo de cursillos, conferencias; ponencias, jornadas técnicas, comisiones, grupos de trabajo, encuentros culturales. Etc. Etc. Siempre con cargo al erario público, reduciendo así notablemente el coste del currículo de por si caro. Por otra parte en la administración la puñalada trapera está al orden del día lo que dará experiencia para anticiparse más fácilmente al golpe.
Por lo que respecta al pasado propiamente dicho, aquello que al menos en principio no tiene remedio, cabe establecer una distinción entre lo que llamaremos periodo de responsabilidad compartida y periodo de responsabilidad única.
El primero corresponde a esa etapa de la vida en que los actos propios están condicionados a las decisiones de terceras personas: padres, abuelos, educadores, médicos, psicólogos, el cura párroco y la Juani que al fin y al cabo es quién le cambiaba los pañales. Respecto de este período poca cosa se puede hacer salvo explicarlo bien y para eso lo más importante es saber a quién se le quiere explicar.
Si su intención es entrar en las filas de un partido de derechas, entonces su paso por la escuela pública y los cursillos de natación en la piscina municipal habrá que vestirlos como “espíritu de lucha constante en pos de la superación personal”.
Ahora bien si de lo que se trata es de acercar posiciones a la izquierda, entonces los años pasados en los jesuitas, el Cou en el extranjero, el Ralph Lauren y el mini de su juventud habrán sido tan solo un tránsito hacia el descubrimiento de la auténtica realidad social.
Idéntica metodología es de aplicación al período de responsabilidad única, que se inicia normalmente con la primera toma de decisión coincidiendo en el tiempo con la entrada en la Universidad. Porque eso sí, tenga claro que si aspira a ser alguien en política ha de poder presentar al menos un título universitario y un par de masters, sin eso olvídelo porque aquello de la igualdad de oportunidades tiene sus límites, ni los partidos de muy a la izquierda difícilmente aceptarán poner al frente de sus filas a un oficial tornero o un aprendiz de yesero por más cualificados que estén. Por lo que hemos de ratificarnos en la evidencia de que en política también hay clases.
Resumiendo que en política todo es relativo y los currículos más porque las cosas no pesan lo que pesan, sino cómo se pesan. Ni son como son, sino como se explican.
Lo más importante, lo que le ha de quedar muy claro es que los currículums irreprochables no existen y que el suyo no será una excepción.
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