Santa semana


Jolin!!! Otro?

Perdón es que justo cuando empezaba a escribir esto la casa ha temblado, no era un terremoto no, o si. Era el terremoto Messi marcando el cuarto gol y eso que el chico es bajito y canijo.

A lo que iba, que esta semana santa me he ido de excursión no tanta como puede parecer por el silencio bloguero, pero es que antes tuve un poco de lio y a la vuelta también porque aun estoy en plena faena de reconstrucción del jardín después de la nevadita.

Nos fuimos, porque no iba sola llevaba a mi marido de chofer. Con los años le estoy encontrando el gusto a eso de dejarme llevar, antes casi siempre conducía yo, pero ahora no solo le dejo conducir a él sino que hasta hago la siesta. Decididamente me hago mayor.

Bueno pues nos fuimos el sábado 27 y el viernes ya estábamos de vuelta justo a tiempo para ver el atasco que había en la autopista dirección Tarragona.

La excursión ha sido  larguita el destino final era Extremadura una región que casi me averguenza reconocerlo no había pisado nunca, pero volveré, eso seguro aunque solo sea para fotografiar los famosos cerezos del Valle del Jerte.

Ni uno, ni un puñetero cerezo en flor. Y mira que consulte todas las estadísticas habidas y por haber, pues nada que he ido a elegir el año en que todas las estadísticas se han ido al carajo y  en Cabezuela del Valle tuvieron que adornar los balcones para la fiesta del cerezo, con mimosas, laureles, claveles de papel, con cualquier cosa menos con ramas de cerezos. Una lástima porque a la vista de los que tienen por allí no me cabe la menor duda de que debe ser un espectáculo. Bueno al menos así tengo una excusa para regresar.

Con la frustración cerecil pesando en el ambiente enfilamos hacia la comarca de la Vera, famosa entre otras cosas por el pimentón y  porque allí fue donde Carlos I de España y V de Alemania (así me lo enseñaban en el cole) decidió jubilarse y morir.

Pero antes parada y fonda, nunca mejor dicho, en Garganta la Olla.

Buff qué recuerdos.   aquellas inolvidables sesiones poéticas tras las grandes, enormes, gigantescas e inacabables comilonas familiares. Los protagonistas eran l’avi Josep  y su «fes dagues daguer» una poesia asi como muy catalana y, el tiet Papitu y su inolvidable «el lloro el mico i el senyor de puerto rico» (el loro, el mono y el señor de Puerto Rico) imposible traducir a ninguna otra lengua y por supuesto la querida tía Concha.

Concha, conchita, era la tía de todos, como buena vasca era una cocinera de excepción, su risa aguda, casi en los límites de la capacidad auditiva era la banda sonora de todas las comidas, que acababan siempre con sus maravillosas tartas, siempre 4 o cinco por lo bajo.

La de manzana porque es la que le gusta a José, una chocolate para Estrella, la de Yema para mi cuñado y el flan porque siempre apetece….

Y con los postres, el moscatel, la copita y la poesía para lo que contaba con la inestimable ayuda de su hijo Juan Carlos:

Juan Carlos ….. hijo…..

Jolines, si es que siempre me hace lo mismo empieza a recitar y luego no se acuerda.

Una de sus poesías preferidas aparte de aquel famoso Embargo de Gabriel y Galán, era el Romance de la Serrana…


La verdad es que el romance que Tia Concha recitaba no se parecía en nada al que se puede ver en esa placa ubicada junto al monumento de la Serrana de marras situado en un punto de la carretera que goza de unas magnificas vistas sobre la población, el de Tía Concha yo era más corto (por suerte para Juan Carlos) y  su serrana no era sandunguera sino ojimorena.  Pero eso es lo de menos.

Va por ti «tieta».


Esta es la versión original


Y esta la de Tía Concha & cia.

Allá en Garganta la Olla,
en la Vera de Plasencia,
salteóme una serrana,
blanca, rubia, ojimorena.
Trae el cabello trenzado
debajo de una montera
y, porque no la estorbara,
muy corta la faldamenta.
Entre los montes andaba
de una en otra ribera,
con una honda en sus manos
y en sus hombros una flecha.
Tomárame por la mano
y me llevara a su cueva;
por el camino que iba
tantas de las cruces viera.
Atrevíme y preguntéle
qué cruces eran aquellas,
y me respondió diciendo
que de hombres que muerto hubiera.
Esto me responde y dice,
como entre medio risueña:
Y así haré de ti, cuitado,
cuando mi voluntad sea.
Diome yesca y pedernal
para que lumbre encendiera,
y mientras que la encendía,
aliña una grande cena;
de perdices y conejos
su pretina saca llena,
y después de haber cenado
me dice: —Cierra la puerta.
Hago como que la cierro,
y la dejé entreabierta.
Desnudóse y desnudéme
y me hace acostar con ella.
Cansada de sus deleites
muy bien dormida se queda,
y en sintiéndola dormida
sálgome la puerta afuera.
Los zapatos en la mano
llevo porque no me sienta,
y poco a poco me salgo
y camino a la ligera.
Más de una legua había andado
sin revolver la cabeza,
y cuando mal me pensé
yo la cabeza volviera.
Y en esto la vi venir,
bramando como una fiera,
saltando de canto en canto,
brincando de peña en peña.
Aguarda [me dice], aguarda,
espera, mancebo, espera,
me llevarás una carta
escrita para mi tierra.
Toma, llévala a mi padre,
dirásle que quedo buena.
Enviadla vos con otro,
o sed vos la mensajera.

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