La col asesina

Pues nada, aquí me tenéis de nuevo delante del ordenador con los pies sobre una silla y en pijama, no tanto porque tenga ganas de irme a la cama como porque tengo serias dificultades para entrar los pantalones y eso porque en poco más de 4 cuatro horas pasé de la talla 40 a la… casi que prefiero no saberlo

El Viernes cuando regresaba de casa de mi cuñada recordé aquella ocasión, hace de eso un montón de años, cuando mi marido me llevaba a la cliníca Quirón donde poco después nacería mi hija. Un trayecto que mi marido decidió cubrir por la Calle Urgel que en aquel tiempo estaba en buena parte cubierta de adoquines.

¿Saben lo que es ir en  un Renault 8 de quinta mano, por una calle adoquinada, con un barrigón considerable habiendo «roto aguas» en casa»?

Algo inolvidable.

Pues más o menos lo mismo me pasó el viernes pero sin adoquines y con un coche mejor.

Que algo saldría mal debiera haberlo sospechado nada más sentarme a la mesa cuando mi cuñada, por aquello de organizar lo mejor posible la comida y evitar aquello de : ¿Yo donde me siento?, decidió poner unos papelitos con el nombre , papelitos cómo éste.

Pero ¿ por Dios!, a quién se le ocurre aprovechar un taco publicitario del Enema Casen?, a mi cuñada, claro;  la misma que  fiel a la tradición y debidamente asesorada por mi suegra  este año se ha ocupado de la famosa Carn d’olla, eso que yo he dado en bautizar como sopa de navidad a cuatro o veinte manos.

Le quedó bien, pero no sé yo que tenía esa col que para cuando hicieron su aparición sobre la mesa las espalditas de cordero,  esas que mi suegra hace por si «alguien se queda con hambre» ya empecé a notar los primeros sintomas.  Para los turrones ya me sentía no como el pez globo ese del anuncio, lo mío era más bien una bombona de butano bloqueada. Porque servidora tiene una incapacidad total y absoluta para el tema de los eructos, será cosa de la genética. Pero en aquel momento de haberlo tenido, os aseguro que mi reino habría vendido por poder hacer uno, aunque solo fuera un eructo. Pero ná.

Entonces empezaron a sugerir remedios caseros, mi suegra con el bicarbonato, el otro que «tómate una cerveza» cuando todo el mundo sabe que no puedo con la cerveza. Mi otra cuñada quería ponerme una piedra en la oreja, es que es una adicta a las terapias alternativas

Con lo fácil que habría sido con un vasito de Sal de Frutas Eno, las de toda la vida, pero allí nadie tenía eso.

Total que la hinchazón se fue asentando y se asentó tanto y tan bien que a día de hoy aun me siento cual albondiguilla.

Un par de días comiendo ligero y se te pasa dice mi marido

Si claro, cómo si fuera tan fácil. Ayer en casa eramos 24 , ayer era el día del pato. Y hoy tocaba comida en casa de mi sobrino el papa de los trillizos.

Pues nada que aquí estoy bebiendo agua «ligera», y teniendo en mi horizonte gastronómico un yogur y algo de fruta. Nada de turrón ni chocolate, nada.

10 comentarios en “La col asesina

  1. Jajajjaa!
    Estas fiestas son demoledoras. Yo me atocino sólo con ver la comida. De hecho, suelo adelgazar en estos dias!! De lo harta que termino!! Animo, que al final se pasa!! 😛

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  2. Uy, Estrella, y no has pensado en presentarte a un casting? para esas mujeres (siempre vestidas de verde o de blanco) que hacen un gesto con la mano encima de su barriga diciendo «yo me sentía hinchada…hasta que probé…» Creo que lo harías muy bien y, quien sabe, igual te toca el Jose Coronado de partenaire!

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Replica a Flickr: dolors ayxendri